domingo, 18 de diciembre de 2016

La Ley de la Dependencia: el ejemplo más cruel del feminismo para ricas


La cordobesa Manoli Gutiérrez tiene 58 años y se levanta cada mañana para cumplir con una jornada laboral de cinco horas, con un sueldo de 540 euros al mes que no la saca de las estadísticas de la pobreza. De 9 a 10 de la mañana va a una casa a cuidar a un anciano. Lo levanta de la cama, lo asea, lo prepara, le da el desayuno y le suministra su dosis diaria de medicación. Una vez que el anciano está ya atendido, Manoli deja preparadas las cosas para luego, cuando vuelva a mediodía, tardar menos en preparar la comida.
Todo eso en una hora, aunque Manoli está entre 15 y 20 minutos más cada día en esa casa porque si no el abuelo se quedaría desatendido. Y ella, por encima de todo, siente un profundo cariño por sus usuarios. A las 10:20 horas, Manoli sale pitando de la primera casa para dirigirse a otra que está alejada y para la que tiene diez minutos de reloj para llegar. No llega a tiempo ni volando.
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